Una de las frases que más se usan en estos tiempos de dificultades
económicas es que «en
chino se usa la palabra crisis de igual manera para dificultad y oportunidad». Otra de las frases
estrella es que en «Alemania
crecen los emprendedores mientras que en España lo hacen los opositores». Se habla mucho también
del carácter pasivo de los latinos y de las culturas mediterráneas. Que no es
casualidad, se dice, que los países que peor están sean España, Italia y
Grecia. Mientras que en países como EE.UU. el número de nuevas empresas creadas
anualmente, a pesar de la crisis, prácticamente no varía, en España cae en
picado. Pero en realidad, ¿de quién es la culpa? Realmente habrá un poco de
todo pero, después de comprobar en mis propias carnes lo realmente difícil que
es emprender, puedo llegar a entenderlo.
Lo primero son los ánimos. No importa a quién se lo cuentes:
amigos, familia, conocidos… nadie, o casi nadie, es capaz de decir una sola
palabra de ánimo. Todo son pegas y malos augurios. Después viene el dinero.
Como para casi todo en esta vida, si no tienes dinero estás perdido. Hay que
iniciar un duro peregrinaje de banco en banco buscando el dorado que para todo emprendedor es la financiación. Te piden
informes, justificaciones, previsiones, memorias, balances, cuentas,
declaraciones de renta, nóminas… y todo esto para decirte que NO antes de
pedirte un aval. Aval que hay que pedir a esos familiares que tanto te han “animado”.
La administración que debería ser un catalizador es todo lo
contrario: viene Hacienda y sus modelos, el ayuntamiento y sus licencias, los
técnicos y sus pegas. Esto es el principal problema. Debería haber una manera
de hacer esto más fácil.
Hay que mirar a Europa para todo, no solo según nos convenga.
¿Saben cuál es el tiempo medio de creación de una empresa en España en
comparación con la UE? Mejor no pregunten, se indignarían.