Nunca antes una palabra que, según la RAE, puede actuar como
nombre masculino, preposición o elemento compositivo había levantado tanto revuelo. Y es que algo está
cambiando, por suerte, en la conciencia de los españoles. Lo que antes nos
hubiera parecido normal, e incluso habríamos envidiado o deseado para nosotros,
ha llevado la indignación que entre unos y otros están elevando día tras día a
cotas insospechadas.
Hace un par de años estaba más que asumido que aparte de lo
cobrado legalmente en nómina, todos debían o debíamos tener una asignación
extra, a todas luces ilegal y de nombre dinero
negro, que normalmente venía en el ahora denostado sobre. Entonces a nadie
escandalizaba el hecho de recibir un sobresueldo que se obtenía sin pasar el
filtro de los impuestos que pagan nuestras escuelas y hospitales, que ahora
recortan sin piedad. Los bancos, incluso creían a todo aquel que diera fe de
aquella ilícita asignación ingresándola en su cuenta, y la incluían sin ningún
problema como parte del sueldo en los análisis de riesgo de las hipotecas. En
ningún sitio saltaban las alarmas. Ni la Hacienda pública movía un dedo. Todo
el mundo tenía su sobre. Ahora desgraciadamente la situación ha cambiado: para
quienes los cobraban han desaparecido y la visión de la sociedad al respecto ha
pasado de tolerancia a indignación.
Los importantes acontecimientos acaecidos con el nombre masculino de la dichosa palabra, me recuerdan a las otras acepciones. En un principo me sobresalté al conocer la noticia y me sobrecogí al conocer las cifras que manejaban. Después me hicieron preguntarme ¿sobre qué baremaban las cifran que cobraban?, ¿sobre cuánto cobraban realmente?, ¿cómo cobraban unos sobre otros?, ¿sobre qué depositaban las cantidades?, ¿sobre qué hablarían en el momento del pago?, ¿tendría alguno sobre monedero? y en el despacho del señor B ¿siempre habría sobre sobre sobre?
No hay comentarios:
Publicar un comentario