22 de enero de 2013

¡Vaya semanita!


¡Vaya semanita!

La pasada semana ha sido, sin lugar a dudas, una de las más convulsas desde que estalló la crisis. Anuncio de fichaje de Guardiola y confesión de Armstrong a parte, hemos tenido que oír y leer innumerables barbaridades que añadir a las no pocas oídas ya durante estos años.

Políticos “repagados” con dinero no declarado y obtenido de manera ilícita, imputados que blanquean dinero a través de la ya de por sí sola vergonzosa amnistía fiscal, exbanqueros y expolíticos recolocados en puestos hiperremunerados, presidentes autonómicos con pisos de lujo a nombre de empresas fantasma, urgencias que cierran por inspiración divina del dirigente de turno, jueces sensatos que luchan contra la locura divina, directores generales implicados en casos de cobros irregulares con ayuntamientos de signo contrario, expresidentes autonómicos que amasan ingentes fortunas durante su carrera política, diputados que cobran dietas por dormir en hoteles cuando lo hacen en pisos de su propiedad o en casa de familiares, facturas de restaurantes con menús para doce cuando en realidad solo han comido tres, y así una detrás de otra, maestros que sustituyen compañeros gratis solo a cambio de puntos para la oposición, sanitarios obligados a cerrar centros de salud para hacer “puente”, familiares y amigos colocados a dedo en puestos en los que apenas cabe ya más gente, vacas sagradas que sus partidos ofrecen jubilaciones estratosféricas en fundaciones o cargos de confianza, empresas rentables que cierran fabricas y despiden a cientos de trabajadores,  y todo esto mientras nos dicen que el paro seguirá subiendo y que nos tenemos que apretar aún más el cinturón, con la sombra del rescate siempre planeando sobre nuestras cabezas y sin que ni un solo de los aludidos anteriormente o sus jefes sean capaces de dimitir o, en su defecto, de dar alguna explicación convincente al respecto. Un pena.

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