¿Cuántas
veces hemos dicho u oído a alguien decir que tiene que ir a Madrid a comprar?
¿Por qué a Madrid? ¿Es que aquí no hay comercios? ¿Es que por comprarlos en
Madrid los productos son mejores? ¿Es que la oferta en Madrid es mucho más
amplia que en Talavera? ¿Qué se puede comprar en Madrid que no se pueda comprar en Talavera que no
sea algo extravagante? Ya se lo digo yo: nada. Talavera siempre ha sido famosa
por sus comercios y por la atención que en ellos se profesa. Ropa, artesanía,
hogar, electrónica, bisutería… nada se
le escapa a este gran centro comercial que es Talavera. San Francisco,
Trinidad, San Isidro, Mesones, Pío XII, Joaquina Santander y un largo etcétera
de calles son buena muestra de la riqueza comercial de la ciudad de la
cerámica. Si comparamos precio la diferencia en realidad no es tan grande. Si
tienes que ir a Madrid, al precio de la compra hay que añadir la gasolina (que
está por las nubes), pagar parking y comer, solo ese mínimo hace que lo poco
que nos pudiéramos ahorrar en el o los artículos a comprar quede en nada. Si a
estos añadimos que normalmente compramos en grandes compañías que suelen
descuidar la calidad en beneficio del precio, resulta que, probablemente, el
artículo comprado se estropee antes de lo esperado y nos toque volver a por
otro antes de lo deseado. Además, esas grandes empresas ofertan empleo precario
y mal pagado y sus impuestos suelen pagarlos en otros países, si es que los
pagan. Por todo ello quiero aprovechar las líneas que me ofrece este noble
semanario para proponer algo para esta Navidad (no es mío, lo vi en Facebook):
compremos los regalos a pequeñas empresas y autónomos. A la vecina que vende
por catálogo o por internet, al artesano que hace bisutería, la pastelería que
hace turrones artesanos, al del puesto del mercado. Hagamos que el dinero
llegue a la gente de a pie y no a las grandes multinacionales. Así, más
personas tendrán una Navidad mejor.
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