3 de julio de 2012

Banderita tú eres roja


Aquel gol de Torres en el minuto 32 en el Prater Austriaco hace cuatro años, sumado al gol de Iniesta en Sudáfrica dos años después, cambiaron para siempre los sentimientos que hacia los símbolos nacionales se tenían en este país.
Uno, que sin peinar canas ya hace tiempo perdió la posibilidad de tenerlas, ha crecido con la idea de que aquellos que portaban la noble insignia española tendían hacia movimientos poco democráticos y miraba a aquellos que la mostraban orgullosos una mezcla de recelo e intransigencia.
Durante mi infancia rara vez se veía a la rojigualda si no era en un edificio oficial, y ya no hablemos del escudo que la acompaña, que no supe de él hasta que en 8ª de EGB lo estudié en Ciencias Sociales.
Por suerte, esa bandera que representa a casi cincuenta millones de personas ya no es patrimonio de unos pocos, sino orgullo de una mayoría que la muestra gozosa por doquier. Balcones, ventanas, coches, mascotas, cualquier sitio es bueno para colocar nuestra bandera y ya no tiene porqué tener connotaciones políticas o ideológicas. Los gerentes de establecimientos multiprecio de origen asiático (los chinos de toda la vida) grandes comerciantes, se anticiparon a todo esto y llenaron sus estantes de banderas de todo tipo, facilitando aun más el florecimiento de este sentimiento español.
Esta Eurocopa en Polonia y Ucrania no ha pillado desprevenido a nadie. En cada partido son muchos los que acuden a bares y lugares de reunión ataviados con símbolos  de la que ahora llaman la roja, que luego exhiben orgullosos al finalizar el encuentro. Y raro es el que no tiene en estos tiempos una bandera, aunque sea pequeñita, en su casa.
Después de estos quince días de torneo, después de los seis partidos de la roja, después de ver banderas y banderas por donde quiera que vaya, de ser testigo de cómo los telediarios cambiaban la economía por el deporte en sus titulares, se me plantea la duda de si lo que ha surgido a raíz de los triunfos deportivos de la selección es un sentimiento de Estado o simple forofismo futbolístico.

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